¿Cómo ahorramos los mexicanos?

Además de ahorrar de manera informal (tandas, debajo del colchón), lo hacemos pensando en el corto plazo.

En México, casi el 40% de la población no ahorra. Pese a que la cifra de quienes sí lo hacen, pudiera sonar alentadora, la realidad es que muchos (el 43.7%) utilizan mecanismos informales como: tandas, debajo del colchón, préstamos familiares, etcétera1. ¿Tú, lo haces así?

El gran problema es que ahorrar de esta manera conlleva riesgos:

1) quien organiza la tanda se puede quedar con el dinero y no repartirlo, 2) alguien puede entrar a tu casa y robárselo, 3) en un incendio o inundación se puede perder.

La preferencia por canales informales de ahorro (que no pagan ningún rendimiento o tasa de interés) deriva principalmente de dos factores:

1 Encuesta Nacional de Inclusión Financiera, septiembre 2012 CNBV e INEGI.

1. La desinformación

No es fácil aceptarlo, pero la mayoría de las personas, sin importar su nivel de estudios, son analfabetas financieros.

¡Comienza a educarte! Un usuario informado exige más a las instituciones financieras y logra mayores beneficios con sus decisiones de ahorro e inversión.

2. Población no bancarizada

Menos del 50% de los mexicanos utiliza servicios bancarios. Por tanto, desconoce los beneficios que podría obtener al ahorrar, invertir y administrar de mejor manera su dinero.

Y es que sólo con opciones formales puedes lograr que tu dinero crezca, a través del pago de intereses. Cerciórate de que la tasa de interés que vas a ganar sea, al menos, igual a la de la inflación; sólo de esta manera te aseguras de que con tu dinero, vas a poder comprar lo mismo en uno, dos o más años.

Somos cortoplaceros

Además de ahorrar de manera informal, los mexicanos lo hacen pensando en el corto plazo, para cubrir emergencias o metas personales inmediatas. En último lugar se encuentran motivos como el retiro y la inversión.

Si hicieras aportaciones regulares en una institución financiera formal (por ejemplo, mensuales), dejando que los intereses que ganes se vayan acumulando (a esto se llama interés compuesto), lograrías reunir una cantidad más elevada en menos tiempo. Esto es muy importante porque implica que con montos de inversión mínima ($100 o $500 mensuales en periodos de 20 a 30 años) puedas formar un ahorro considerable: de varios miles de pesos e incluso millones.

Es por esto que es posible lograr metas “costosas” con un mínimo esfuerzo si empiezas temprano o planeas el ahorro a largo plazo. No es lo mismo ahorrar para pagar la universidad de los hijos cuando entran a la secundaria (tendrías seis años de ahorro) que cuando nacen (tendrías 18 años).

Borramos el futuro

Es cómodo seguir la filosofía de “Dios proveerá” e ignorar el refrán que dice “ayúdate que yo te ayudaré”. Un claro ejemplo de ello es el ahorro para el retiro laboral. Hoy en día, casi la mitad de los mexicanos siguen pensando que no es necesario ahorrar para cuando sean viejos, y confían en que sean sus hijos quienes se ocupen de sus necesidades en el futuro.

Nada más erróneo. La solución financiera del retiro está en tus manos, y es hoy cuando tienes que planear y actuar para alcanzar todos y cada uno de tus objetivos o metas financieras, incluido el retiro, aunque tengas 20 o 25 años. De hecho, es mejor iniciar a esa edad.

Una alternativa de ahorro de mediano y largo plazo, altamente recomendable son las Afore; opción que muy pocos aprovechan. Estamos hablando de rendimientos promedio de más de 6.7%, en términos reales, es decir, más alta que la tasa de inflación desde que se crearon las Afore en 1998.

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“No me alcanza”chavo

Muchos personas dicen que no ahorran porque sus ingresos son tan bajos que sólo les alcanza para cubrir sus necesidades básicas e incluso hay quincenas que tienen que pedir prestado.

En realidad, todos, si queremos, podemos ahorrar. Un peso diario se convierte en $30 al mes y en $365 al año. Si ahorras $10 al día tendrás $300 al mes y $3,650 al año. ¡Imagínate en 30 años! Sin considerar el efecto de los intereses, reunirías, al menos $109,500.

¡Piénsalo! seguro que $10 o más, los gastas diariamente en alguno de los rubros que conocemos como gastos hormiga: propinas, botanas, café, cigarros, etcétera.

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