Que no te sorprenda La Catrina

Los mexicanos nos burlamos de la muerte e incluso la ridiculizamos, pero ¿qué tan preparados estamos para afrontarla?

Este mes acostumbramos ?por medio de versos? reírnos con ella de los vivos, utilizamos el humor negro y la llamamos de muchas maneras: La Catrina, La Calaca, La Huesuda, La Flaca, La Parca…

Pero en la vida cotidiana hablar de la muerte es un tabú. Contratar un seguro de vida para muchos puede ser considerado un “mal agüero” o un gasto innecesario pues “no me pienso morir en este momento”.

Te has puesto a pensar ¿qué sería de tu familia si llegaras a faltar? ¿Podrían mantener el mismo nivel de vida sin tus ingresos?

La muerte de un familiar es un suceso difícil de superar emocionalmente, sin embargo, si el que fallece es quien sustenta económicamente el hogar, surge una segunda complicación.

Si eres el jefe de familia tienes una doble responsabilidad: velar por los tuyos en el presente y asegurar su bienestar en el futuro. ¿Cómo lograr esto último? Una forma de hacerlo es contratar un seguro de vida.

Un seguro de vida es un contrato por el cual una aseguradora se compromete a compensar económicamente a tus beneficiarios (con una suma asegurada) en caso de que llegases a faltar, esto a cambio de un pago determinado (prima).

A pesar de que el objetivo principal de estos seguros es proteger a tu familia, también te amparan económicamente en caso de que llegaras a sufrir algún tipo de invalidez total y permanente que te impida seguir trabajando.

Existe una particularidad en los seguros de vida: el seguro dotal. Combina el ahorro con la protección: si no falleces, recibes la suma asegurada al cumplirse el periodo pactado. En caso de que fallezcas es tu beneficiario quien recibe dicho monto. Este tipo de seguros es adecuado para quienes pueden aportar a este instrumento de forma periódica en el largo plazo.

Antes de contratar un seguro, infórmate y compara opciones con diversas aseguradoras para hallar la cobertura ideal para ti y tu familia.

Pon especial atención al designar a tus beneficiarios. Debes hacerlo de forma clara y precisa, estableciendo el porcentaje de la suma asegurada que le correspondería a cada uno.

Si nombras como beneficiario a un menor de edad no debes señalar a un mayor para que en su representación cobre la indemnización. Esto porque las legislaciones civiles previenen la forma en que deben designarse tutores, albaceas, representantes de herederos u otros cargos similares y no consideran al contrato del seguro como un instrumento adecuado para tal designación. Toma en cuenta que nombrar a un mayor de edad como representante de un menor beneficiario, implica que aquél puede disponer de la suma asegurada.

Después de contratar un seguro, informa a tu familia las características y el lugar en donde guardas tu póliza y paga puntualmente para evitar la cancelación de tu seguro.

Tener un seguro debe ser visto como una inversión, no como un gasto. Bien lo dijo Benjamín Franklin: “Lo único seguro en la vida es la muerte y los impuestos”. Es mejor estar preparado y que no te tome por sorpresa.

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