Ahorro

Karen, Lizet y Karina, son amigas desde que cursaban el primer año de secundaria.

Desde entonces han pasado más de veinte años y siguen siendo tan unidas como en un principio.

Las tres terminaron sus respectivas carreras universitarias y al casarse cada una de ellas, continuaron trabajando para colaborar con sus respectivas parejas en la economía familiar.

Ya casadas y con hijos, se reúnen el primer sábado de cada mes para ponerse al tanto de sus actividades y proyectos.

A pesar de que las tres tienen un nivel de vida similar, ya que tanto ellas como sus respectivos maridos son profesionistas y tienen empleos estables, se notan ciertas diferencias, sobre todo en el estatus económico de Karen.

Al parecer Karen vive mejor que sus otras dos amigas, las cuales piensan que es porque Karen y su esposo ganan más que ellas y sus parejas.

Un buen día, en una de sus reuniones por fin se animaron a preguntarle.

Karina: Oye Karen, yo sé que entre nosotras nunca han existido secretos.

Pero Lizet y yo nos hemos dado cuenta que tu familia vive un poco mejor que las nuestras; vacacionan más, visten mejor, tienen carro nuevo, en fin, cosas que para nosotras sería difícil adquirir.

¿Ustedes tienen un ingreso extra que no nos has comentado?

Karen sonríe y las abraza cariñosamente.

Claro que no chicas, ustedes saben que entre nosotras no hay secretos.

Sucede que desde que nos casamos

José Alberto y yo, nos propusimos ahorrar el quince por ciento de todos nuestros ingresos, y con el tiempo hemos logrado ahorrar lo necesario para darnos esos gustos. Nos hubiera sido imposible de no haber tenido ese hábito, el cual seguimos de manera estricta. Incluso hay veces que hemos dejado de comprar cosas innecesarias para respetar nuestro objetivo de ahorro mensual. Y cada que podemos, le agregamos algo adicional a nuestra cuenta de ahorro.

cuento2

Este hábito del ahorro lo hemos tomado mi esposo y yo como algo prioritario, y tenemos un fondito especial para cualquier contingencia que se nos presente. Ahorrar también implica que muchas veces nos aguantamos las ganas de comprar y esperamos las ofertas de temporada, o las temporadas bajas para poder vacacionar, así nos sale mucho más barato.

Ahorramos también para pagar las colegiaturas de los niños, incluso empezamos a ahorrar para ello desde antes de que nacieran, y tratamos de pagar el ciclo escolar completo con su respectivo descuento. Es cuestión de organizarse.

También a nuestros hijos Renata y Luisito les hemos inculcado el hábito del ahorro.

Ellos, de sus “domingos” y de los que les dan sus abuelos y sus tíos, también ahorran una parte.

Por ejemplo, Luisito ya ahorró para comprarse un videojuego y ya está por comprarse su celular.

Renata ya empieza con sus cosméticos y esas cosas.

Y con eso, ellos también se dan sus gustos y se dan cuenta de lo valioso que es ahorrar. A veces también dejan de comprar un dulce o algo que se les antoja, porque ya se dieron cuenta que cuando guardan su dinero, luego les alcanza para algo más grande, que les da una mayor alegría y bienestar.

Lizet: Pues, es un secreto que no nos habías compartido.

Karen: Es que ahorrar no debe ser ningún secreto, sino algo que todos deberíamos de hacer, cada quien en la medida de sus posibilidades. Y así siempre poder disponer de un dinerito para darse algunos gustos o para casos imprevistos.

Los gastos de mis partos fueron cubiertos por un seguro de gastos médicos que adquirimos y fueron pagados con los ahorros que mes a mes hacíamos.

Karina: Hoy mismo llegando a casa, voy a platicar con mi esposo para que elaboremos nuestro propio plan de ahorro y que nuestros hijos también participen para que desde niños tengan ese hábito tan maravilloso.

Lizet: Yo voy a hacer lo mismo. Gracias por compartir tu secreto Karen.

Karen vuelve a sonreír y nuevamente abraza a sus amigas.

Karen: Ese debe ser un secreto a voces. La Educación Financiera es una base sólida para que todas las familias podamos tener mayor bienestar.

cuento3

Descarga el pdf de este artículo, da clic aquí