El alma del dinero…

¿Por qué confiamos en su valor?

sar el dinero es asunto de todos los días. Familiares, amigos e inclusive desconocidos entregan o reciben confiadamente dinero, en cualquier rincón del mundo, por la entrega de bienes o servicios. El principio es aceptar dinero hoy, con la expectativa de que todos los demás lo aceptarán mañana. La confianza en el dinero significa que su poder adquisitivo se mantendrá y que será aceptado en cualquier circunstancia.
Surge entonces la obligada pregunta: ¿cómo es posible que el dinero despierte tanta confianza?

¿Por qué confiamos en el valor del dinero?

El filósofo Carlos Pereda afirma que la confianza es un conjunto de actitudes o mezcla de deseos, creencias, emociones y expectativas. Según el reconocido economista alemán, Otmar Issing, el término confianza puede tener tres distintas acepciones: en un ambiente religioso, la confianza es sinónimo de fe o creencia. En esta concepción, la brecha entre fe y razonamiento es considerable y la manera de confiar se consigue a través de lo que dicta el corazón.
Desde luego no podríamos sostener que confiamos en el dinero por razones afectivas:

• Cuando se trata de dinero, quien lo tiene no puede darse el lujo de confiar simplemente en la fe sin pruebas ni evidencias.

• El dinero no está dotado de un halo misterioso para su adoración.

• De ninguna manera, se deposita en el dinero una confianza a ciegas.

¿La costumbre influye en la confianza en el valor del dinero?

En el uso cotidiano, otro significado de la confianza constituye una expectativa sólidamente fundada en la experiencia de que, bajo ciertas circunstancias, los hechos se repetirán como en el pasado. En este sentido, la confianza tiene un grado probabilístico.

Si anteriormente me han aceptado pagar por algún bien o servicio con pesos mexicanos en México, es altamente probable que lo sigan haciendo. La mayor parte del tiempo, el dinero dispone de lo que podríamos denominar “fe razonada” en que la población compra y vende bienes y servicios, así como ahorra y paga deudas en circunstancias normales. Bajo reglas informales como costumbres y expectativas, la confianza en el dinero se nutre de lo que espera la gente.

La tercera acepción es que la confianza se relaciona con el cumplimiento de una promesa o actuar de buena fe. En este sentido, la confianza es bidireccional, tiene dos caras tanto la del que la otorga como la del que trata de mantenerla.

El dinero tiene distintos significados para las personas. Algunos lo ven como medio de pago, otros como depósito de valor y otros más como unidad de cuenta.
De esa manera, la confianza en el dinero se basa en dos pilares: las leyes y la percepción del público en su facilidad de uso, seguridad, valor en el tiempo y uso financiero. La piedra fundamental de la confianza en el dinero descansa en la ley.

Bancos Centrales como medio para mantener la confianza en el dinero de un país.

El valor del dinero está sustentado en la idea de mantener el poder adquisitivo en el tiempo. De ahí que un nivel de inflación bajo y predecible fortalezca la confianza del dinero. El uso financiero se traduce en la posibilidad de realizar eficientemente operaciones financieras, tales como ahorrar o pedir un crédito, entre otras.

Aun disponiendo de un entorno legal sólido con reglas claras y una efectiva aplicación de la ley, nuestra perspectiva del dinero puede modificarse, específicamente, debido a cuatro circunstancias adversas y de ocurrencia periódica: inflación, crisis financieras; interrupción de las infraestructuras de los pagos distintos al efectivo; y la perpetración de delitos financieros.

De acuerdo con el mexicano Agustín Carstens, actual director del Banco Internacional de Pagos, no importa qué forma o apariencia adquiera el dinero: ya sea una roca, una semilla de cacao, una moneda de oro, el papel moneda, una cuenta bancaria o algún otro bien de tecnología avanzada que surja en el futuro, el alma del dinero es y seguirá siendo la confianza. Los Bancos Centrales constituyen las instituciones idóneas para mantenerla intocable.

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